Las huertas parecen en la época fenicia y romana, para
abastecimiento domestico y de las tropas.
Después le debemos el conocimiento de los islámicos que nos enseñaron el aprovechamiento del agua
mediante las acequias, lievas, albercas, etc. Que dieron lugar a la agricultura
de regadío.
A partir de hay llego la tecnología hidráulica, pozos,
albercas, piscinas, goteos….
Una tradición en la historia de los pueblos de la sierra de
Huelva. Unos por afición y otros para abastecimiento domestico y así cubrir necesidades
de alimentación en sus casas.
Al fin y al cavo es una fuente de ingreso muy importante en
la economía familiar.
El proceso comienza una vez consumido el producto, secando
las semillas del fruto, para conservar durante el invierno y trascurrido este,
en febrero y marzo se empieza con la siembra de las semillas (tomates, pimientos….)
en los llamados semilleros, para mas
tarde en abril y mayo trasplantar a las huertas de nuestra sierra, aunque últimamente
cada vez se están comprando plantones de invernaderos lo que produce que cada
vez se pierdan las semillas autóctonas de la sierra.
Las huertas aparecen en el paisaje de esta sierra verdes como
oasis en el desierto, en el ambiente se huele a tierra mojada, de las huertas
de nuestra sierra destaca el tomate por su sabor, el cual se conserva en botes
al baño María al igual que otras hortalizas y frutas, artesanalmente como nos
enseñaron nuestros abuelos y bisabuelos. Sin conservantes ni colorantes, de
forma ecológica.
Nuestras huertas que se abonan con estiércol de nuestros
animales (cerdos, cabras, caballos…)
Que se riegan las
ricas aguas de nuestros manantiales y crecen con nuestro maravilloso clima, ¿como no va a estar sabrosas nuestras
hortalizas y frutas?
Gracias a esta labor se reduce la pobreza, sirve de distracción,
se crea empleo rural, ejerce una función de unión entre vecinos, llenan
nuestros doblados y ejerce una cohesión socio-cultural con la naturaleza.
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